10 de agosto de 2013

MEGACAUSA ESMA: Armada desistió de conservar vivos a desaparecidos por temor a que "montonerizaran" a sus custodios-TESTIMONIOS Día 76 y 77-"Entrábamos a la ESMA para morir, eso estaba decidido" .

09.08.13
Martín Gras narró un diálogo con el jefe del "grupo de tareas", Luis D'Imperio
Armada desistió de conservar vivos a desaparecidos por temor a que "montonerizaran" a sus custodios

Martín Gras condujo el grupo que sobrevivió a cambio de prestar diversos servicios a sus captores. Su testimonio fue esclarecedor. 
(Por JJS).-La Armada consideró a fines de 1980 mantener con vida a unos 500 prisioneros detenidos-desaparecidos a fin de tener una carta de negociación cuando, de una u otra manera, se volviera a un sistema de gobierno a través de partidos políticos (acaso como el Partido Democrático y Social que preparaba el almirante Emilio Massera), pero no se atrevió a implementarlo por temor a que "montonerizaran" a sus carceleros, narró ayer el sobreviviente Martín Gras, recordando una larga conversación con el entonces jefe del "grupo de tareas" que tenía como base la ESMA, el capitán de navío Luis D'Imperio, a quienes todos llamaban allí "Abdala". La declaración de Gras aparejó otras sorprendentes revelaciones.

El abogado Martín Gras es el sobreviviente que más sabe sobre el funcionamiento del centro clandestino de detención que funcionó en el Casino de Oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), coinciden las más diversas fuentes.

Jefe de una columna de Montoneros en el NOA, Gras fue uno de  los oficiales de mayor rango de dicha organización capturado por el "grupo de tareas" que tenía ese edificio sobre la Avenida del Libertador (el más cercano a las Escuelas Raggio y a la avenida General Paz) como base, y sobrevivió, entre otros muchos y azarosos motivos, porque encabezó un grupo de calificados prisioneros que trabajaron como esclavos en beneficio del proyecto político del almirante Emilio Eduardo Massera: reconvertirse como líder de un peronismo pasteurizado y socialdemócrata.

Su supervivencia y la de otros detenidos-desaparecidos recién se consolidó cuando el capitán de fragata Jorge Acosta (a) "El Tigre", fue reemplazado por el capitán Luis D'Imperio (a) "Abdala", un aviador, ya fallecido, que provenía del Servicio de Inteligencia Naval (SIN),  recelaba de Massera y representaba el ala más liberal  y gorila de la Armada.

D'Imperio, que alguna vez comentó frente a sus prisioneros que había ordenado la muerte de centenares de detenidos-desaparecidos antes de corroborar que muchos de ellos eran "recuperables", elevó en 1980 un plan al Almirantazgo para dejar de matar a los detenidos-desaparecidos, concentrándolos en el complejo turístico de Chapadmalal, de modo de tener una carta para negociar en el futuro, cuando de un modo u otro se volviera a un orden constitucional,  dijo ayer Gras, al ampliar su declaración inicial en el megaproceso de la causa AMIA que se realiza en los tribunales federales de la Avenida Comodoro Py.

Dijo Gras que  en esa misma reunión, D'Imperio lo autorizó a viajar a España. "Amaba la Marina, era antimasserista, un institucionalista. Andaba con una Constitución Nacional en el bolsillo. Decía que no habíamos sido educados como liberales y por eso éramos lo que éramos",  lo describió.
Peligro de montonerización

"Él planteó la necesidad de que la Armada dejara el exterminio y acumulara detenidos para una futura negociación que podría llegar a haber con algún partido político. Había considerado usar Chapadmalal, tenía un proyecto que fue presentado al Consejo de Almirantes, calculo que a través del SIN", siguió diciendo Gras, quién es actualmente funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
"Un día  (D'Imperio) me dijo: ‘Perdimos, el Consejo estaba de acuerdo con mi idea de una posible negociación, pero alegó que si guardábamos 500 detenidos ¿cómo conseguíamos 500 oficiales que los cuidaran? Y que aún si los conseguíamos, los iban a montonerizar".

Luego de opinar que "ese proyecto debe estar en algún archivo", Gras dijo que en aquella misma reunión, "Abdala" le dijo: ‘Usted a mí nunca me engañó. Usted sigue siendo tan socialista como el día que entró acá. Yo creo que usted ha hecho una reflexión sobre los costos de la lucha armada y considera que no es viable'". Y que seguidamente el aviador-marino se mostró muy autocrítico:  "Creo que hemos cometido errores muy importantes, que parte de la Armada se ha corrompido, vea usted sino el caso de (Elena) Holmberg’".

Un dossier

Elena Holmberg Lanusse, secretaría de la embajada argentina en Francia -explicó- había terminado enfrentándose con los miembros del Grupo de Tareas que se desempeñaban en el llamado "Centro Piloto de París".

Éste, puesto en func ionamiento en 1977 con la jefatura del capitán de navío Jorge Enrique Perrén (h),  tuvo como objetivo inicial  localizar, infiltrarse, neutralizar y en última instancia eliminar a los exiliados argentinos que denunciaban los crímenes de la dictadura en el exterior.

Sin embargo, gradualmente, fue concentrándose  en tratar de contrarrestar "la campaña antiargentina", como llamaban los marinos a los primeros, tímidos artículos periodísticos que comenzaban a dar cuenta del plan de exterminio  puesto en ejecución por la dictadura, haciéndose eco de la información proporcionada por los exiliados.

Y en ese metier, los marinos se habían corrompido, inflando gastos por supuestas operaciones que no hacían o haicán mal.

"Elena Holmberg había armado un dossier de todos los oficiales, de sus contactos y del manejo irregular de fondos y se lo presentó al embajador argentino en Francia, Tomás de Anchorena", sintetizó Gras.
"Ella tenía relación con 'las 3 V” de Presidencia: los generales (Jorge Rafael) Videla, (Roberto Eduardo) Viola y (José) Villarreal (secretario general de la Presidencia)", siguió diciendo Gras .

"Holmberg solicitó una entrevista con Presidencia e hizo público que tenía ese dossier. Incluso se comunicó con Perrén y con otros (marinos). Perrén habló con Acosta y ambos decidieron el secuestro. Todo el personal que participó fue de la Marina. Lo que nunca supe es si esto fue autorizado por los mandos superiores”, narró.

Propiedad personal

"A la ESMA se entraba para morir: la muerte ya estaba predecidida, vivir era una excepción. Los oficiales de Inteligencia se reunían los martes para decidir quiénes iban a seguir viviendo un tiempo más" y los traslados se hacían los míércoles sin su concurso, porque los delegaban en los suboficiales,  llamados "Pedros".

Gras explicó que "uno era caso de alguien y entiendo que ese alguien decidía sobre el traslado. En mi estadía fui caso, sucesivamente, de (Antonio) Pernías y de (Juan Carlos) Rolón Se presentaban a los detenidos como sujetos a traslados y cada oficial (si le interesaba conservarrlo con vida) agumentaba por qué esa persona debía permanecer en la ESMA” y no ser enviada a los "vuelos de la muerte".

Palos y zanahorias

Para ablandar a los secuestrados, los marinos, antes de interrogarlos, los hacían visitar en una celda por otros prisioneros que habían tenido rango importante en Montoneros, a fin de que les dijeran que "la guerra" estaba perdida, que no tenía sentido seguir resistiendo, que lo mejor que podían hacer era contar todo lo que sabían y colaborar con sus captores.

Gras dijo que a él le metieron en la celda a Norma Arrostito, a la que creía muerta. Y que Arrostito, contraviniendo aquellas indicaciones, fue clara al decirle: "Yo no colaboro".
Al finalizar los apremios, los interrogadores les decían a los secuestrados que "cantaran", que una vez que lo hicieran, dejarían de sufrir "Pibe,  esto se termina y te vas a una granja", recordó Gras que les decían. La razón, según le explicó una vez el oficial Francis William Whamond era que no puede sonsacársele  información a alguién carente de esperanzas de sobrevivir.

El fin de la ilusión

La confirmación de que los prisioneros eran arrojados al mar, coincidió Gras con lo señalado por Miguel Bonasso en "Recuerdo de la muerte", se produjo cuando uno de los prisioneros, "Tincho", fue devuelto a tierra una vez que ya había sido inyectado con pentotal y estaba en Aeroparque, al pie de un avión, con otros prisioneros.

Tincho era Emilio Assales Bonazzola, un antiguo suboficial artillero de la Armada, unos de los que se había sublevado en  la ESMA el 17 de noviembre de 1972, día en que Juan Domingo Perón regresó a la Argentina después de más de 17 años de exilio. Militaba en Cuyo con Paco Urondo y cayó a fines de 1976 o principios de 1977.

Fue aquella sublevación, en la cual una compañía de infantes de Marina se partió en dos (la parte lidarada por el guardiamarina Julio César Urien se alzó en armas en defensa de Perón, la liderada por el guardiamarina Alfredo Ignacio Astiz se mostró dispuesta a reprimirlos) la que dio comienzo al temor de los almirantes por la "montonerización" de sus cuadros. 
 
"Tincho conocía bien la ESMA y (a pesar de tener los ojos tapados) también conocía el camino que hizo el camión hasta la tercera puerta de Aeroparque. Cuando está a punto de ser subido al avión, el 'Pedro' (suboficiales que habían los traslados) recibe un llamado de Selenio (nombre operativo de la ESMA) diciendo que debe volver, ya que por ser miembro regular de la Armada debía ser interrogado por el SIN.

‘Tincho’ tenía una confianza con ‘Los Pedros’ por su paso por la Armada y les dijo: ‘Yo pensé que esto ya se terminaba, que me iba a la granja’. Y ellos le dijeron: ‘Pibe, vos no sabés de la que te salvaste. Cualquier cosa que te pase es mejor de lo que te iba a pasar’”.

Tincho no se salvó: lo pidió el Ejército, lo llevaron a Mendoza y ahí se perdió su rastro.

Tragedia y esperpento

La larga declaración de Gras incluyó detalles acerca de una prisionera, Violeta, que rompió una botella y se cortó las venas;   de un represor voluntario apodado "El Dermatólogo" al que le encantaba meter su revólver .38 en los genitales de los prisioneros; de un portero que fue secuestrado por error y después de meses de estar en "Capucha", eliminado y del marino que hizo secuestrar a su ex esposa, una escribana, y fue a a verla a dónde la tenían "tabicada" (en un cubículo de aglomerado, sobre una colchoneta, con los ojos vendados) a imprecarle: "Así te quería  ver, bruja".

Y ya en el summun del absurdo (que, sin embargo, bien podría integrar la colección de estampas de la Segunda Guerra Mundial plasmadas por Curzio Malaparte en "La Piel") al Tigre Acosta mostrándole el ccd a otros presuntos militares  y diciéndoles: "Ustedes que han  visto todo esto se oreguntarán ¿por qué estamos llevando adelante esta guerra? Pues bien: nosotros luchamos por la filosofía de mamá. Luchamos por lo que es bueno".

El árbol y el bosque

"Yo me siento impotente como testigo al darme cuenta de que ni aquí ni en ningún otro lugar está siendo juzgado el sistema concentracionario como conjunto", reflexionó Gras.

"En un momento determinado -continuó- se creó un dispositivo que utilizaba una serie de mecanismos brutales e inhumanos con un solo objetivo, que era la destrucción de la identidad personal de cada uno de los sujetos que pasaba por ahí y la expansión  de esta destrucción de identidad personal y estructura de dominación al resto del país y eso no está siendo contemplado".

"Estamos juzgando un delito mayorista con un código minorista", concluyó.
Fuente: Espacio para la Memoria 
Fuente:Telam


07 08 2013
TESTIMONIOS
Día 76. Una sobreviviente de la ESMA denunció haber sido violada por tres represores
Lo declaró en la audiencia de hoy Susana Jorgelina Ramus, ex detenida-desaparecida. Además, dio testimonio Graciela Buontempo, esposa de Eduardo Cárrega, quien continúa desaparecido. 


El caso de Susana Jorgelina Ramus (nro. 197)
El 13 de enero de 1977 a la madrugada fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. Estaba en un departamento ubicado en Melo y Av. Pueyrredón, 3º D, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Susana Jorgelina estaba con Cándida García de Muneta (caso nro. 196), la madre de su pareja, Jorge Carlos Muneta (caso nro. 195). El operativo fue realizado por personal del Grupo de Tareas 3.3.1 de la ESMA.

Susana Jorgelina Ramus tenía 27 años de edad y fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. En el centro clandestino de detención, tortura y exterminio le fue adjudicado el número 797. Posteriormente, supo que Carlos y Cándida fueron “trasladados”, concepto aplicado a los vuelos de la muerte. Susana Jorgelina fue desnudada,  interrogada, torturada con picana eléctrica, víctima de abusos sexuales, amenazada de muerte y sometida al trabajo esclavo. Las condiciones de su cautiverio empeoraron luego de que denunciara la violación de la que había sido víctima.

Ramus también estuvo secuestrada en la Quinta del Grupo de Tareas de la ESMA, ubicada en la localidad de Del Viso, en la Provincia de Buenos Aires. Además, fue llevada a pasos fronterizos durante el Mundial de Fútbol de 1978. Luego, el 13 de enero de 1979, fue liberada.

El testimonio de Susana Jorgelina Ramus

En la audiencia de hoy la sobreviviente amplió su declaración, en el marco de las reglas propuestas por Casación para no revictimizar y abreviar los procesos judiciales por delitos de lesa humanidad. De este modo, a la testigo se le pidieron algunas precisiones sobre du declaración anterior.

Por empezar, Ramus señaló que en el operativo en el que fue secuestrada en 1977 identificó a Jorge Rádice, imputado que está siendo juzgado en el debate. Lo señaló como la persona que dirigía el operativo: “es el que me convoca con un megáfono, se ponía en el portero eléctrico para que salga del edificio”, contó la testigo.

Encuentro en la ESMA 

Dentro del centro clandestino pudo ver a su compañero, quien fue secuestrado el día anterior al de ella, en una cita. Susana relató que se enteró por Jorge Acosta, imputado que está siendo juzgado. Además, “lo vi en uno de los lugares cercanos a donde estaba mi cucheta, en un pasillo, porque se había fracturado y un guardia me llevó a hablar unas palabras con él”, contó Susana.

Interrogada por Astiz

La sobreviviente contó que fue interrogada por “una persona que me dijeron que era del Ejército Argentino, que era ´Gustavo´ (Astiz). Me aplicó picana eléctrica y me preguntaba sobre un dinero que aparentemente había en mi casa, además de unas granadas. Desconocía todo eso y sentía que él creía que le estaba mintiendo”.

Militancia

Ramus militaba en la Juventud Peronista. “empecé militando en la JUP en la Facultad y después pasé a la agrupación de Docentes Peronistas”, declaró.

Delitos sexuales

A Susana le preguntaron sobre este tema para ampliar la información. Relató que un guardia, de los llamados “verdes”, le dijo que iba a acompañarla al baño “para limpiar y que estuviera con la cara descubierta. Me dijo que me hacía un favor, para despejarme de estar en las cuchetas. Fui al baño, pero cuando salí de limpiar me llevó a un cuartito y ahí me violó. Me dijo que no gritara, porque no iba a venir nadie. Comenté esta situación al personal operativo que me obligaba a salir a hacer reconocimientos y en algún momento vino Chamorro (director de la ESMA, fallecido) y me hizo hacer una recorrida por el lugar donde había ocurrido. Como estuve sin capucha pude reconocerlo y él me explicó que iban a hacer una reconstrucción, que le parecía mal y que iban a tomar medidas con la persona que lo había cometido. Me enteré que lo trasladaron al Sur”.

Los delitos sexuales son reconocidos por el Poder Judicial  como una práctica sistemática inherente al terrorismo de Estado de la última dictadura cívico-militar. En su declaración, Susana relató que además de la violación que sufrió por parte del guardia, fue violada por Rádice y Juan Carlos Rolón: “Rádice me llevó a un hotel cercano a la ESMA y me violó. Lo mismo con Rolón. Yo después de estos hechos se lo comenté a Acosta y me dijo que podía tener salir y tener relaciones con oficiales, pero no con otro personal ni con otros detenidos, que era decisión mía. Lo tomó para el lado que no entendí…”.

Las listas

Entre las tareas a las que fue obligada a realizar, Susana pudo ver listados de detenidos-desaparecidos con “los nombres y el lugar en el que militaban. Me dio la sensación de que era una construcción bastante precisa de cómo funcionaba la organización Montoneros, los sectores que tenía”.

Las embarazadas 

“Había una habitación en la que estaban chicas embarazadas. Como estaba abierta la puerta y pasaba para ir al baño, veía esta habitación. No podía entrar, pero Sara Solarz de Osatinsky  y Ana Martí tenían acceso y daban asistencia a las chicas detenidas. Me contó que no sabían que después de tener los chicos las iban a trasladar”, sostuvo Susana, quien afirmó que fue obligada a ir a comprar ropa para bebés con Jorge Febres, imputado en la megacausa, quien murió en el año 2007, mientras era juzgado.

Los escritos de Walsh

Susana contó que tuvo en sus manos los escritos de Rodolfo Walsh, que fueron llevados a la ESMA cuando él fue fusilado y que siguen desaparecidos. “Soy detenida en enero y en marzo me dan los escritos de Walsh, que cayó en ese momento”.

La libertad 

A Susana le preguntaron cuándo dejó de sentirse perseguida y se sintió en libertad, tras haber sido liberada de la ESMA: “es difícil la pregunta, porque si bien salí el 13 de enero de 1979, a mí me acompañaron a Ezeiza para viajar a Francia, pero luego mi mamá recibió llamados y me decían que tenía que volver. Después tuve visitas en mi casa, después en la de mi mamá. La sensación de seguridad me llegó cuando supe que había gente condenada o en prisión, o cuando empezaban los juicios”.

El caso de Eduardo Alberto Cárrega (nro. 123)

Tenía 29 años de edad y trabajaba en una empresa constructora. Sus apodos eran “Bocha”  y “Cabezón”. Militaba en la JUP en la Facultad de Arquitectura. Fue privado ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 7 de noviembre de 1976, en las últimas horas de la tarde, en la esquina de Ciudad de La Paz y Olazábal, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, vestidos de civil y armados.

Fue llevado a la ESMA en un Ford Falcon, esposado con las manos a la espalada y golpeado. Sigue desaparecido.

El testimonio de Graciela Buontempo, esposa de Eduardo 

“Desapareció el 7 de noviembre de 1976, un domingo, volvíamos de la casa de mis padres, en un quinta. Le faltaba una materia para recibirse de arquitecto. Iba a estudiar y reunirse con chicos de la Facultad en un bar del Botánico. Nos despedimos, eran las 11 ó 12 (pm). A las 6 am no había vuelto, llamé a la casa de mi ex suegra y me dijo desesperada que había desaparecido y que un chico de los que iban a estudiar con él vio a los famosos Ford Falcon, que los encapuchaban, les pegaban culatazos, los metían en el baúl y se fueron. Este chico se llamaba Alejandro. Llamo a mi ex suegra y de ahí el desastre nacional”, sostuvo Graciela.

Juntos 

La testigo también relató que ella estudió Ingeniería, porque cuando él fuera arquitecto iban a abrir un Estudio juntos. “Aportó cosas positivas en mi vida, era super divertido…”, recordó Graciela sobre Eduardo.

Sobrino de Videla

“Él (Eduardo) era sobrino de Videla, de Jorgito Videla… La madre de él me preguntó una vez por qué yo no lo había sacado de la JUP y le dije que éramos gente grande, que cada cual hace su vida, que yo vivo y dejo vivir. La gente hace sus propias elecciones.
“Cuando te pasa esto no querés saber nada más, te morís de miedo, es un momento que no querés vivirlo, querés que te trague la tierra; un horror. No querés vivirlo”, conluyó la testigo.

Próxima audiencia

El juciio continuará el jueves 8 de agosto desde las 10:30 horas con más declaraciones testimoniales.


08 08 2013 
TESTIMONIOS
Día 77. "A la ESMA se entraba para morir: vivir era la excecpión", relató el sobreviviente Martín Gras
Hoy amplió su declaración testimonial en el marco de la megacausa. Por la renuncia de uno de los abogados defensores, el ex detenido-desaparecido no pudo testimoniar sobre la causa que investiga el plan sistemático de robo de bienes. 


El caso de Martín Tomás Gras (nro. 199)
Martín Tomás Gras, apodado “Chacho”, fue privado ilegalmente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 14 de enero de 1977, a las 17:30 horas, mientras circulaba con Fernando Perera (caso nro. 198) por el barrio porteño de Colegiales para entrevistarse con Pablo González Langarica (caso nro. 177), sin saber que ya había sido secuestrad.

Gras y Perera fueron víctimas de un operativo a cargo de un grupo de la Armada Argentina, vestido de civil, dirigido por el Teniente de Navío Juan Carlos Rolón. Fueron brutalmente golpeados con las culatas de las armas que portaban, a raíz de lo cual Gras sufrió la fractura del cráneo. Ambos fueron llevados a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Además, Gras fue torturado mediante la aplicación de descargas de corriente eléctrica y fuertes palizas propiciadas por Wahmond, Acosta, Pernías, González Menotti, García Velasco y Benazzi.

Al tercer día, lo llevaron a su casa en un operativo realizado por muchos efectivos, durante el cual le robaron todos los objetos de valor que poseía y destruyeron el resto. Asimismo, durante su cautiverio, fue obligado a realizar trabajos a favor de sus captores en la “biblioteca”, sin recibir ninguna remuneración a cambio y se le asignó el número “808”. Finalmente, recuperó su libertad.

El testimonio de Martín Gras

Fue secuestrado en enero de 1977 y permaneció bajo el control del Grupo de Tareas de la ESMA hasta 1979. Algunos de los responsables de su secuestro y torturas fueron condenados en la etapa anterior de la megacausa ESMA. Gras amplió hoy su declaración anterior.

El secuestro

“A la cita fui acompañado por Fernando Perera, compañero de militancia. Fue en algún lugar del barrio de Chacarita, casas bajas, calles empedradas, pleno enero, pero paradójicamente he borrado el nombre de la calle. El Grupo de Tareas tenía un procedimiento estándar: un ‘grupo chupe’, cuyo objetivo era la agresión y reducción de la persona objeto del secuestro; un ‘grupo contención’, que creaba un cerco para contener a la víctima; un ‘grupo techo’, que constaba de francotiradores y aparatos ópticos para seguir a la víctima, y un ‘grupo sanitario’. Un secuestro es difícil de disgregar en partes puntuales. Vi a una persona tomando mate en la calle y después lo vi adentro de la ESMA, era ‘220’ (Ernesto Frimón) Weber. Alguien se tira encima de mí, era de la Policía Federal Argentina, su nombre era ‘Juan Carlos’ y hay dos apellidos posibles Linares o Fotea. El encuentro era con Pablo González Langarica. Perera se había retrasado unos metros. Cuando ve que me derriban, trata de avanzar, presumo que estaba armado y que trata de sacar el arma. El grupo de contención calculo que fue el que actuó. Esto es una inferencia. Probablemente, este grupo ve a una persona que intenta empuñar un arma y lo derriban, la versión que tengo es que lo golpean con la culata de un FAL", narró el sobreviviente.

La ESMA

"Ya en la ESMA fui llevado al Sótano, donde había varios ‘boxes’ en los que se aplicaba picana. Perera creo que fue llevado a la inmediata siguiente. Lo que supe es que muere esa noche a causa del interrogatorio. Lo que más recuerdo de esos primeros días era el calor y además no nos daban agua. El Sótano tenía una horrenda circulación. Por todo esto se torturaba con las puertas abiertas. Yo lo escuché a Fernando Perera. Uno de los oficiales que me interroga me confirma que estamos en la ESMA, pero además ya había versiones que hablaban de secuestrados en alguna parte de la ESMA, de un sótano, de música y escaleras”, relató Gras.

Interrogatorios

El testigo contó que era parte “de la rutina de interrogatorios de la ESMA enfrentar a la persona recién llegada con una figura emblemática de la militancia, supongo que por tres motivos: para demostrar que están vivos, por el shock de ver a alguien reconocido y dar a entender que estaban colaborando". En este marco, recordó que Norma Arrostito (caso Nº 149) "entra en un momento diciendo: ‘Yo no estoy colaborando’”.

El allanamiento

“Durante cuatro días soy interrogado sobre mi familia. Yo tenía una pareja y un hijo. Le había dicho que si durante cierta cantidad de horas no aparecía dejaran la casa. Ellos lo hicieron. Cuatro días después decido darles la dirección, pero pido llamar antes. Llamé y no contestó nadie. Llamé a vecinos para que llamaran. Me llevaron con una soga atada al cuello, y el dermatólogo tenía la 38 en mi bragueta. Lo único que se llevaron fue un collar de perlas que mi esposa había heredado de su abuela”, describió Gras.

Capucha

“Vi, al menos, a tres personas en mis mismas condiciones: Norma Arrostito, Mercedes Inés Carazo (caso Nº 113) y Alberto ‘Beto’ Ahumada (caso Nº 89)”, afirmó. “Nos comunicábamos en los baños y a través de los espacios que quedaban entre los tabiques. A los baños íbamos grupos de mujeres y de hombres, nos bañábamos juntos y hacíamos nuestras necesidades todos juntos”, contó Gras. “Dentro de la ESMA iba siempre acompañado y con grilletes. Yo era un secuestrado”, aseveró.

El sobreviviente relató que alrededor de febrero de 1977, “Violeta”, secuestrada en la ESMA, “corta una botella de vidrio en la que nos servían agua y se corta las muñecas. Muere desangrada. En un momento, también cierran con rejas la ventana del baño, porque dicen que un detenido se suicidó”.

Campo de Mayo

“Había una relación entre Campo de Mayo y la ESMA. En Campo de Mayo para ‘quebrar’ al detenido se hacía participar a otros detenidos en la tortura. No tengo conocimiento de que ello sucedió en la ESMA. Había vínculos operativos con Campo de Mayo y especialmente con el Batallón 601. Apenas entrabas (a la ESMA), personal de civil te tomaba una foto. Aparentemente era gente del Batallón que después la usaba en sus informes. Estaba ‘Gustavo’, nombre de guerra, oficial del Ejército, diría que era un capitán, y dijo haber participado en el Operativo Independencia. Tenía fama de ser un interrogador feroz. El ´interrogatorio´ era la aplicación sistemática de picana. ‘Cortez’, identificado como personal civil de Inteligencia, cuyo nombre real sería Miguel Ángel Conde, me interrogó por Roberto Quieto y era de Campo de Mayo. Con Quieto habíamos compartido cárcel en Chaco. Se identificó como 601 y como de Campo de Mayo, y como parte de los interrogadores de Quieto. Quieto fue secuestrado a finales del ´75, lo cual indica que ya había un Grupo de Tareas en Campo de Mayo en esa época”, narró Gras.

También dijo que “Arrostito es prestada a Campo de Mayo. La Armada tenía preocupación de que Arrostito quedara en Campo de Mayo, así que la llevan acompañada. Cuando volvió dijo algo que nos hizo pensar en los horrores que se vivían allá: ‘Nunca pensé que volviendo a la ESMA me iba a sentir volviendo a mi casa’. (Oscar Rubén) De Gregorio también es llevado a Campo de Mayo. Es detenido cuasi accidentalmente en Colonia, Uruguay. Ejército, primer cuerpo, lo pide. Él estaba en poder de la Armada uruguaya y lo había prometido a la Armada Argentina. De Gregorio finalmente viene a la ESMA, pero va a ser facilitado al Ejército. Es traído por (Jorge Raúl) Vildoza, que, según él, se lo roba. Lo ve tan mal que se lo lleva: ‘Lo traje en el auto mirando todo el tiempo para atrás a ver si me seguían’", contó el testigo.

Los "traslados": los vuelos de la muerte

“Esas personas decidían sobre la muerte en ese momento específico. A la ESMA se entraba para morir: la muerte ya estaba predecidida, vivir era la excepción. Los oficiales de Inteligencia se reunían los martes y se juntaban para decidir quiénes iban a seguir viviendo un tiempo más. Lo más probable es que eso se decidiera en ‘Los Jorges’ –oficinas de (Jorge Eduardo) Acosta y (Jorge) Perrén-. Los traslados eran los miércoles. Se juntaban Acosta, (Antonio) Pernías, (Miguel Ángel) Benazzi, Alberto González, uno de los mellizos García Velasco y (Raúl Enrique) Scheller. En la Escuela de Mecánica de la Armada uno era caso de alguien y entiendo que ese alguien decidía sobre el traslado. En mi estadía fui caso, sucesivamente, de Pernías y de Rolón Se presentaban a los detenidos como sujetos a traslados y cada oficial argumentaba por qué esa persona debía permanecer en la ESMA.”, contó Gras. Después agregó que esto se lo contaron los propios miembros del Grupo de Tareas y que en algún momento escuchó “a todos los oficiales que he nombrado hacer mención a esas reuniones”.

La fiscalía le consultó por la cantidad de personas que eran trasladadas y él dijo que alrededor de unas 20. También aclaró que no sólo eran trasladados detenidos-desaparecidos “del Grupo de Tareas, (sino que) también se trasladaron detenidos de otras Fuerzas, entiendo que de Campo de Mayo”. A su vez, dijo que “una cosa nos resultaba normativa a los detenidos: no recordamos la presencia física de oficiales en el momento físico del traslado, lo cual es raro en la lógica de la Armada. La presencia de oficiales era permanente en la ESMA. ‘Los Pedros’ estaban a cargo de los traslados, ellos eran quienes se ocupaban de las cuestiones rutinarias. Recuerdo a dos en mi época: ‘Pedro Morrón’ y ´Pedro Bolita´ (Carlos Gaitán)”.

“’Vas a una granja’ era algo que decían los interrogadores: ‘Pibe, esto termina y te vas a una granja’. (Francis) Whamond me dice que no se puede interrogar a alguien sin esperanzas. La teoría de la granja es la puerta abierta a la esperanza, creo yo”, dijo Gras.

“Tincho”: Emilio Assales Bonazzolla

Sobre “Tincho” contó que “aparentemente estaba vinculado a un grupo de gente que debió haber caído a finales del ´76, principios de 1977. Tuvo una militancia en Cuyo. Era suboficial, uno de los que se sublevó en 1972 con (Mario Guillermo Enrique) Galli (caso nro. 312), (Julio César) Urien y (Carlos) Lebrón, o estaba vinculado a este grupo. Él conocía la ESMA por haber servido, conocía el camino que hizo el camión hasta la tercera puerta de Aeroparque. Cuando está a punto de ser subido al avión, el Pedro recibe un llamado de Selenio –nombre operativo de la ESMA- diciendo que debe volver, ya que por ser miembro regular de la Armada debía ser interrogado por el SIN (Servicio de Inteligencia Naval). ‘Tincho’ tenía una confianza con ‘Los Pedros’ por su paso por la Armada y les dice: ‘Yo pensé que esto ya se terminaba, que me iba a la granja’ y ellos le dicen: ‘Pibe, vos no sabés de la que te salvaste. Cualquier cosa que te pase es mejor de lo que te iba a pasar’”.

Cancillería

“(Eugenio Bautista) Vilardo trabajaba directamente con (Roberto) Pérez Froio [imputado que murió a principios de este año]. Estaba vinculado a Cancillería. El Grupo de Tareas pretendía funcionar como un grupo de Inteligencia y quería estudiar la campaña antiargentina en el exterior. La Cancillería estaba muy preocupada por eso. Los miembros del Grupo de Tareas actuaban como asesores de Inteligencia, política, comunicacional de la Cancillería”, relató.

“La filosofía de mamá”

Gras contó que solían tener en la ESMA “el tour de los rotativos”, en el que se les mostraba el funcionamiento del centro clandestino. En uno de esos recorridos, él escuchó que Acosta les decía: “Ustedes han visto todo esto. ¿Por qué estamos llevando adelante esta guerra? Nosotros luchamos por la filosofía de mamá, luchamos por lo que es bueno”.

Las embarazadas

“Además de las detenidas embarazadas propias se traen detenidas embarazadas de otros Grupos de Tareas. Estaban sujetas a la atención médica de (Carlos Octavio) Capdevila. Completaron su embarazo en Capucha. Esto fue previo al cuarto de embarazadas que se arma frente a Pañol. En el período en el que yo estuve hubo no menos de 12 embarazadas”, aclaró.

Elena Holmberg Lanusse (caso Nº 514)

“El caso me lo relató (Luis) D’Imperio, jefe operativo del SIN que se hace cargo del Grupo de Tareas después del traslado de Acosta. Yo vuelvo de La Paz y me reúno con él y me autoriza a viajar a España. D’Imperio amaba la Marina, era antimasserista, un institucionalista. Andaba con una Constitución Nacional en el bolsillo. Decía que no habíamos sido educados como liberales y por eso éramos lo que éramos. Él planteó la necesidad de que la Armada dejara el exterminio y acumulara detenidos para una futura negociación que podría llegar a haber con algún partido político. Había considerado usar Chapadmalal, tenía un proyecto que fue presentado al Consejo de Almirantes, calculo que a través del SIN y un día me dijo: ‘Perdimos, el Consejo estaba de acuerdo con mi idea de una posible negociación, pero si guardábamos 500 detenidos cómo conseguíamos 500 oficiales que los cuidaran y así nos iban a montonerizar. Ese proyecto debe estar en algún archivo. Yo estaba en La Paz, había redactado ya un informe sobre la ESMA y Benazzi me dice que D’Imperio me quería ver. No duermo en la ESMA, sino en un hotel en el centro. D’Imperio me dice: ‘Usted a mí nunca me engañó. Usted sigue siendo tan socialista como el día que entró acá. Yo creo que usted ha hecho una reflexión sobre los costos de la lucha armada y considera que no es viable. Creo que hemos cometido errores muy importantes, que parte de la Armada se ha corrompido, vea usted sino el caso de Holmberg’. Holmberg había terminado enfrentándose con los miembros del Grupo de Tareas allá en el Centro Piloto de París. Había armado un dossier de todos los oficiales, sus contactos y manejo irregular de fondos. Ella se lo presentó al Embajador argentino en Francia, Tomás de Anchorena. Ella tenía relación con “las 3 V” de Presidencia: (Jorge Rafael) Videla, (Roberto Eduardo) Viola y (José) Villarreal. Holmberg solicita una entrevista con Presidencia, hace público que tienen ese dossier, se comunica con Perrén y otros. Perrén habla con Acosta y deciden el secuestro. Todo el personal que participa es de la Marina. Lo que nunca supe es si esto fue autorizado por los mandos superiores”, narró Gras.

Dagmar Ingrid Hagelin (caso Nº 212)

“A Hagelin la veo en la zona del Sótano, en enfermería. Ella cae más o menos en la misma fecha que yo, la veo con un vendaje en la cabeza. A mí me traen un ejemplar del Buenos Aires Herald para traducir, en el que relataban la investigación de la Embajada sueca sobre la desaparición. ‘Los hijos de puta de los verdes nos quieren tirar los fiambres’, dijeron los oficiales en referencia a miembros del Ejército. Escuché sobre la participación de (Alfredo) Astiz, quien habría disparado una escopeta sobre Hagelin. Dejé de verla en algún momento de enero de 1977”, recordó el sobreviviente.

Las quintas

Como en declaraciones anteriores, Gras afirmó que existió al menos una quinta, “un chalet en el conurbano que tenía el nombre de CODAC, hubo hasta 3”. Allí fue llevado para jugar “un campeonato de fútbol. Fuimos tabicados, pero estaba en Ingeniero Maschwitz. Y alguna de las CODAC era del padre de un oficial”, declaró.

Bolivia

“Benazzi es trasladado a la Agregaduría Naval en Bolivia y me ofrecen ir con él. Bolivia no requería pasaporte para ingresar, por ende una salida a un tercer país sería complicada. Acosta me dice que iba a ser como una prueba, si yo me portaba bien iba a ser prueba de que podían repetirlo. Lo hablamos con mis compañeros y pensamos que era una forma encubierta de matarnos sin que nosotros nos diéramos cuenta. Teníamos información de que en el Ejército, cuando cambiaban los Grupos de Tareas, se aseguraban de que no quedara nadie vivo. La información refería a (Santiago Omar) Riveros en Institutos (Campo de Mayo).

Igualmente, quedarse en la ESMA era morir, por eso decido irme. Después comparto lugar allá con Gasparini y (Graciela) Daleo, y después se autorizan viajes a Europa. Creo que era parte de las ambiciones de Acosta de tener una red de informantes para él. Yo trabajaba en una empresa de publicidad. Nos manteníamos nosotros y vivíamos muy estrechos”, describió Gras.

El dermatólogo

Gras rectificó uno de los datos que había mencionado en su anterior declaración, dijo que cuando dijo "odontólogo" debió decir "dermatólogo": “Hacía gala de usar un 38 de caño muy largo que colocaba cerca del aparato reproductor de las personas, esa fue mi experiencia. Yo lo registro más como voluntario, aunque era naval, claramente”, dijo.

Otros detenidos

La fiscalía y las querellas le preguntaron a Gras sobre algunas otras personas que estuvieron detenidas-desaparecidas en la ESMA.

Maggio, Horacio Domingo (caso Nº 224): “Era un caso de Acosta. Un día nos despiertan a todos los detenidos a las 5 y somos llevados al playón de automotores. A la cabeza de la fila voy yo y detrás Juan Gasparini. Aparece una ambulancia y abren las puertas. Sacan una camilla cubierta por una sábana, nos hacen avanzar y sacan la sábana y estaba Maggio. Debía ser un tiro de escopeta, tenía una depresión en el cráneo. Ignoro si tenía más impactos en el cuerpo. Tengo la impresión de que querían demostrarlos lo que pasaba con los que se escapaban. No les dimos el gusto de darles la reacción que ellos estaban esperando.

Estaba todo el Grupo de Tareas. Vi la cara de Acosta como sonriendo. Maggio era un buen hombre”.

Pablo González Langarica: “Con quien debía encontrarme yo cuando fui secuestrado. Lo vi en Capucha. Me asombró el grado de golpes que tenía. Según la información que tenía en ese momento, la mujer y las hijas fueron secuestradas y llevadas a una CODAC como rehenes hasta que Langarica hiciera lo que querían”.

César Miguel Vela Álzaga Unzué (caso Nº 206): “Lo vi con un balazo en el pecho en la enfermería, supongo que fue a una cita envenenada. La mujer había sido detenida antes, creo que en Campo de Mayo”.

Alicia Graciana Eguren de Cooke (caso Nº 208): “Trasladada a Ejército. Venían del 601 a interrogarla”.

Elsa Rabinovich de Levenson (caso Nº 225): “Estaba encadenada a una bala de cañón. Tenía un carácter increíblemente agradable y dulce. Me dijo que no estaba presa ahí,  porque si quería podía volar. Siempre preguntaba: ‘¿Te puedo ayudar en algo?’. Fue trasladada”.

Ignacio Pedro Ojea Quintana (caso Nº 228): “Fue trasladado a Ejército. Me suena que le decían Nacho”.
Carlos Armando Grande (caso Nº 789): “’Pilo’. Fue trasladado. Estuvo un mes, mes y medio”.

Juan Julio Roqué (caso Nº 291): “Era de la conducción nacional de Montoneros. Cuando la conducción se va, Roqué queda como representante en Argentina. Entiendo que Roqué da un tremendo combate. Según radio-pasillo de la ESMA, su cuerpo fue incinerado”.

Ana María Ponce de Fernández (caso Nº 327): “Una chica particularmente hermosa. Una gran calidad humana. Le decían ‘Loli’. Aprovechó el tiempo para escribir poesías. Presidencia las publicó en un libro hace poco. Me honra haberla conocido. Cuando la iban a trasladar la dejaron saludar a cada uno de nosotros”.

María Isabel Murgier (caso Nº 102): “Estuvo detenida. Fue liberada. Me la crucé varias veces”.
María Laura Tacca de Ahumada (caso Nº 116): “Fue secuestrada para ejercer presión sobre (Alberto) Ahumada. Entiendo que fueron liberados. Tenía puesto un vestido de mi mujer, así que evidentemente también se habían llevado ropa de mi casa”.

Lidia Cristina Vieyra (caso Nº 241): “’La Chinita’. Tenía un parentesco alejado con (Emilio) Massera. La vi. Fue liberada”.

Lucía Coronel (caso Nº 681): “Hija de José Carlos, un tucumano. Yo no sabía que su mujer (María Cristina Bustos de Coronel, caso Nº 243) tenía militancia. La secuestran con la mamá. Lucía tenía unos meses. A la madre la trasladan. A ella la abandonan con un cartel con su nombre”.

Máximo Nicoletti (caso Nº 342): “Detenido por el SIN. Fue liberado. La Nación dijo que fue integrante del grupo que atacó la Marina inglesa en Gibraltar. Vinculado con el grupo Albatros, de (Mohamed Alí) Seineldín. Después escuché que estuvo vinculado con la banda de (Luis) ‘el Gordo’ Valor”.
Carlos Bartolomé (caso Nº 391): “’Carlitos Audiovisual’. Detenido por el Grupo de Tareas por haber colaborado en Ezeiza, por haber filmado la manifestación. Sobrevive. Pertenece a la Huevera. Después pasa a Canal 13, que pertenecía a la Marina”.

“Negro Ricardo”: “Muere en la máquina (la picana). Era un oficial Montonero”.

“Bichi”: “Pertenecía a un grupo que trabajaba en las villas. No tiene más militancia que ser peronista, algo que en este país es un pecado que nos compete a muchos”.

Carlos Alberto Maguid (caso Nº 259): “Es el cuñado de Norma Arrostito. Compartí cárcel con él en el ´71. Se va a vivir a Perú. En Perú lo secuestran y se lo dan a la Armada. Lo llevan a ver a Arrostito, que pensaba que estaba muerta. Y me ve en el pasillo, pensaba que estaba muerto, y me dice: ‘Hoy creo en los milagros’. Fue trasladado”.

Los represores
De la misma manera, le consultaron sobre algunos de los represores del centro clandestino.
“Fragote”: “Era de operaciones. Estuvo en 1977”.
“Jirafa”: “Hugo Enrique Damario. Estaba en Logística”.
“Gordo Tomás”: “Estaba en Operativos”.
“Hormiga”: “Suboficial de Inteligencia, vinculado a El Dorado. Era fotógrafo, como hobby. Él daba la impresión de que ‘estoy para más’, no daba para más. Intentaba interactuar con los detenidos”.
“El hijo de Sam”: “Operativo. La culpa del seudónimo la tengo yo. Era rotativo. Se ocuparon de decirme que era el hijo de (Carlos Guillermo) Suárez Mason. Lo vi a mediados del ´77 durante unos 15 ó 20 días. Lo vi en el Sótano”.
“Teniente Vaca”: “Acompañaba a Acosta constantemente”.

El organigrama

“Vi una vez un organigrama en ‘Los Jorges’. El organigrama terminaba con un recuadro con una cruz y las palabras ‘Disposición Final’. Tengo la impresión de que se refería a diversos Grupos de Tareas”, contó Gras.

El caso de la escribana

“La secuestraron de algún lugar del conurbano. Había sido esposa o novia de un compañero de Acosta. La relación terminó mal. La hicieron modificar algo en los libros de la escribanía. También secuestraron al pasante. Un día viene el marido y le dice: ‘Así te quería agarrar, bruja’. Ella descubre que hay en la ESMA secuestrado un abogado, que era yo, y hablaba en el baño conmigo en jerga de abogados. Fue trasladada”, declaró.

El caso del portero

“En ESMA había un archivo que se llamaba ‘Casos mil’, una especie de archivo de retazos, pistas de interrogatorios que se les daba a los rotativos cuando no había nada para hacer. Un oficial agarra un caso de un militante que vivía en un edificio, una pista fría. Van al edificio y preguntan si tenía amigos y les dicen que hablaba mucho con el portero. El portero está meses en Capucha y no lo interroga nadie. No es caso de nadie. Él se entera de que soy abogado y me hace llegar una pregunta: ‘Cuando me pongan en libertad, ¿tengo que pedir una constancia de la detención para que me mantengan el puesto de trabajo?’. Cuando el Grupo de Tareas se da cuenta se preocupan. Acosta ordena trasladarlo”.

"Débito ético"

“Es un orgullo para nuestra democracia que los acusados de crímenes de tal envergadura puedan tener las defensas que dice la ley”, dijo el sobreviviente de la ESMA. “Trato de que los presentes entiendan que se trata de una suerte de débito ético ser voz de los que no tienen voz. Uno relata y siempre piensa que es poco, que no transmite lo que realmente sucedió. Estamos juzgando a hombres en concreto por hechos en concreto. Yo me siento impotente como testigo al darme cuenta de que ni aquí, ni en ningún lugar, está siendo juzgado el sistema concentracionario como conjunto. El tema es que en un momento determinado se creó un dispositivo que utilizaba una serie de mecanismos brutales e inhumanos con un solo objetivo, que era la destrucción de la identidad personal de cada uno de los sujetos que pasaba por ahí y la expansión  de esta destrucción de identidad personal y estructura de dominación al resto del país. En el fondo, estamos juzgando un delito mayorista con un código minorista. Lamentablemente, el dispositivo no está en juicio en esta sala”, finalizó Martín Gras.

Próxima audiencia

El juicio continuará el lunes 12 de agosto desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Fuente:EspacioMemoriayDD.HH.exEsma


08.08.2013
Jorgelina Ramus es hermana de Gustavo, fundador de Montoneros, muerto en 1970
ESMA: Una sobreviviente denunció haber sido violada por tres represores

Fragmento de la tapa del libro de la deponente. 
(Por JJS).-Susana Jorgelina Ramus es hermana de uno de los fundadores de Montoneros, Carlos Gustavo Ramus, quien murió junto a Fernando Abal Medina durante un tiroteo con la policía el 7 de septiembre de 1970 en la localidad bonaerense de William Morris. Había noviado antes con Mario Eduardo Firmenich, la presa más codiciada por el grupo de tareas que actuaba en la ESMA. Fue secuestrada en 1977, cuando tenía 27 años y llevada al ccd que funcionaba en el Casino de Oficiales, al que sus captores llamaban Selenio. Ahora, a los 63 años, hizo precisiones sobre su anterior declaración y denunció por primera vez que durante su cautiverio fue violada tres veces, la primera por un “verde” al que denunció (y al que el jefe de la ESMA el vicealmirante Chamorro castigó enviándolo al sur) y las restantes en hoteles alojamiento por los oficiales Rádice y Rolón.

Si se tiene en cuenta lo orgullosos que estaban los marinos del grupo de tareas que tenía base en la ESMA de tener entre sus prisioneros a Norma Arrostito, que había sido la compañera de Abal Medina, y era cofundadora de Montoneros, puede colegirse fácilmente que Jorgelina (como la llaman sus conocidos) no era una prisionera común.

Eso no la eximió del violentísimo trato dado a la inmensa mayoría de los detenidos-desaparecidos. Jorgelina fue secuestrada en la madrugada del 13 de enero en un departamento de Melo y la avenida Pueyrredón en el porteño barrio de La Recoleta, vivienda de Cándida García de Muneta, madre de su pareja, Jorge Carlos Muneta, quien había sido secuestrado horas antes, en la víspera. Ambas mujeres fueron llevadas encapuchadas a la ESMA.

La buena señora y su hijo fueron "trasladados”, es decir, metidos en un avión y arrojados al estuario o al mar. Jorgelina conservó la vida a costa de integrar el “ministaff”, grupo de prisioneros que colaboraron activamente con las labores represivas de sus captores. 

En su primera declaración y en un inclasificable, catártico libro suyo, “Sueños sobrevivientes de una montonera" (publicado por Colihue y que mereció el elogio del director de la Biblioteca Nacional, Horacio González: "Hemos leído con admiración estas páginas reivindicativas de toda una generación, y por cierto de ella misma) había narrado su calvario: que apenas llegó a la ESMA, fue desnudada, torturada con picana eléctrica, interrogada, víctima de abusos sexuales, amenazada de muerte y seguidamente esclavizada; que las condiciones de su cautiverio empeoraron luego de que denunciara ante el mismísimo jefe de la ESMA, el vicealmirante Jacinto Rubén Chamorro, haber sido víctima de una violación; que sus captores la llevaron a una quinta que el grupo de tareas tenía en Del Viso; que fue llevada a "marcar" a pasos fronterizos durante el Mundial de Fútbol de 1978 y que fue liberada el 13 de enero de 1979.

En la audiencia de ayer, amplió su declaración original. En el marco de las reglas propuestas por Casación para no revictimizar y abreviar los procesos judiciales por delitos de lesa humanidad, no debió narrar detalladamente su calvario, sino que sólo se le pidieron algunas precisiones sobre su declaración anterior.

Ramus puntualizó que el operativo en el que fue secuestrada fue dirigido por el teniente de navío retirado Jorge Rádice, alías "Ruger" o "Gabriel", uno de los imputados que está siendo juzgado. “Fue él quien me convocó con un megáfono, quién se puso al portero eléctrico y me dijo que saliera del edificio”, relató.

También dijo que a poco de llegar a la ESMA se enteró por "El Tigre" Acosta de que estaba su compañero, Jorge Muneta, al que pudo ver “en un pasillo cercano a mi cucheta”. Que estaba fracturado (en su afán de zafar de la tortura y no delatar, se había arrojado por una ventana, rompiéndose algunas costillas) y que un guardia la llevo a hablar unas palabras con él.

Jorgelina dijo que fue interrogada por “un tal Gustavo”, es decir por el capitán de fragata Alfredo Astiz, del que “me dijeron que era del Ejército Argentino y que me preguntó sobre un dinero que aparentemente había en mi casa, además de unas granadas. Yo desconocía todo eso y sentía que él creía que le estaba mintiendo” cuando, comole dijeron sobrevivientes de la ESMA a Télam, tanto el dinero como las granadas habían sido escondidas en el departamento por Jorge sin su conocimiento.

También dijo que al momento de ser secuestrada militaba en una agrupación de docentes peronistas y que anteriormente lo había hecho en la Juventud Universitaria Peronista.

En cuanto a las violaciones y abusos sexuales (ya reconocidos como una práctica sistemática inherente al Terrorismo de Estado) que sufrió, Jorgelina dijo respecto a la primera que un guardia de los llamados “verdes” (alumnos de la ESMA) fue a su cucheta, le quitó la capucha y le dijo que fuera a limpiar los baños; que así lo hizo bajo su mirada y que al terminar esa labor la metió en un cuartito y diciéndole que no gritara porque igual no iba a venir nadie, la violó.

“Comenté esta situación al personal operativo que me obligaba a salir a hacer reconocimientos y en algún momento vino (el vicealmirante Rubén Jacinto) Chamorro (el director de la ESMA, ya fallecido) y me hizo hacer una recorrida por el lugar donde había ocurrido. Como estaba sin capucha pude reconocerlo. Chamorro me dijo que iban a hacer una reconstrucción, que lo que había pasado le parecía mal, y que iban a tomar medidas con la persona que lo había cometido”. Y agregó que por lo que se había enterado, efectivamente, al violador lo habían traslado al sur.

Jorgelina dijo también que posteriormente fue violada tanto por Rádice como por el entonces teniente de navío Juan Carlos Rolón: “Rádice me llevó a un hotel cercano a la ESMA y me violó. Lo mismo hizo Rolón. Yo se lo comenté a Acosta y él me dijo que podía salir de la ESMA y tener relaciones con oficiales, que eso era decisión mía, pero que no podía tenerlas con otro personal ni con detenidos”.

Respecto a las prisioneras embarazadas a término dijo que estaban juntas en una habitación. "Como estaba abierta la puerta y pasaba para ir al baño, las veía. No podía entrar, pero Sara Solarz de Osatinsky y Ana Martí tenían acceso y asistían a las chicas. Me contaron que no sabían entonces que después de tener los chicos las iban a trasladar”. También dijo que fue sacada de la ESMA a comprar ropa de bebés por el prefecto Héctor Febres.

Febres, alías "Selva", un feroz torturador, murió a fines de 2007, cuando faltaban apenas cuatro días para que fuera sentenciado. A fines de 2007 se encontraba cómodamente preso en la Delegación Tigre de la Prefectura Naval Argentina cuando aparentemente se suicidó tragando una cápsula de cianuro. 

Jorgelina Ramus dijo también que tuvo en sus manos los escritos de Rodolfo Walsh, los que fueron llevados a la ESMA cuando él fue muerto a balazos. “Fui detenida en enero y a fines de marzo me dieron los escritos de Walsh, que cayó en ese momento”. Dichos escritos siguen desaparecidos.

El caso Carreaga

Eduardo Alberto Cárrega tenía 29 años y trabajaba en una empresa constructora. Sus apodos eran “Bocha”  y “Cabezón”. Militaba en la JUP de la Facultad de Arquitectura. Fue secuestrado al atardecer del domingo 7 de noviembre de 1976, en la esquina de Ciudad de La Paz y Olazábal, en el porteño barrio de Belgrano. Lo golpearon, esposaron a la espalda y metieron en un Ford Falcon blanco que lo llevó a la ESMA. Permanece desaparecido.

Ayer declaró su esposa, Graciela Buontempo: 

“Volvíamos de la casa de mis padres, una quinta. A Eduardo le faltaba una materia para recibirse de arquitecto. Iba a estudiar y reunirse con chicos de la Facultad en un bar del Botánico. Eran las once o doce de la noche cuando nos despedimos. A las 6 no había vuelto, llamé a la casa de mi ex suegra y ella me dijo desesperada que  la había llamado uno de los muchachos que iba a estudiar con él, llamado Alejandro. Que le dijo que hjabía visto como los encapuchaban, les pegaban culatazos, los metían en el baúl de los famosos Ford Falcon y se iban", contó Graciela.

La testigo dijo que Eduardo era sobrino de Videla. Y que ella estudiaba ingeniería, que planeaban abrir un estudio juntos cuando él fuera arquitecto. “Aportó cosas positivas en mi vida, era super divertido…”, comentó.
Fuentes: Espacio para la Memoria. Ex detenidos-desaparecidos sobrevivientes de la ESMA.
Fuente:Telam

09.08.2013
escalofriante testimonio de un sobreviviente 
"Entrábamos a la ESMA para morir, eso estaba decidido" 
Martín Gras declaró ante el Tribunal Oral Federal 5 y reconstruyó detalles de su cautiverio durante la dictadura. Recuerdos del horror.
Por: Gerardo Aranguren
Un escalofrío corre por la sala de audiencias cuando Martín Gras se adentra en los detalles de sus vivencias en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA. Él, sin embargo, parece imperturbable al declarar como testigo ante el Tribunal Oral Federal 5.

Durante horas Gras relató sobre su secuestro, las condiciones de su cautiverio y la muerte. "La muerte estaba pre decidida. Entrábamos a la ESMA para morir. Allí se tomaba la decisión operativa de cuándo íbamos a morir, pero la muerte ya estaba decidida. La alternativa de vivir era una excepción", analizó.
Martín Gras fue secuestrado comienzos de 1977 y llevado inmediatamente en el baúl de un auto al Casino de Oficiales. En la ESMA estuvo más de un año y medio como prisionero y fue torturado y forzado a realizar trabajo esclavo para el proyecto político del dictador Emilio Massera.
Su amplio testimonio en el juicio anterior por la megacausa ESMA fue incorporado a este debate y su testimonio de ayer sirvió para sumar detalles en algunos puntos en los que no se había detenido en 2010.
Gras era miembro de Montoneros. El 14 de enero de 1977 fue secuestrado en el barrio porteño de Chacarita cuando se dirigía a una cita con otro miembro de la organización que ya había sido secuestrado, Pablo González Langarica. "Tengo recuerdos puntuales. Primero una calle vacía, muy de barrio. Recuerdo una persona tomando mate en una sillita. Después a ese señor lo vi en la ESMA, era un subcomisario que usaba el nombre 220 y apellido Weber. Otro de las personas que se lanzó encima mío con una escopeta recortada era un policía federal con nombre de combate Gordo Juan Carlos (Juan Carlos Linares)", recordó.
A la misma cita había ido su compañero Fernando Perera, quien también fue secuestrado. Ambos fueron llevados al Casino de Oficiales de la ESMA.
"¿Pudo saber de Perera en la ESMA?”, preguntó la fiscal Marcedes Soiza. "En la ESMA fui llevado al sótano. Lo que más recuerdo de esos primeros días era el calor que hacía en el sótano. No nos daban agua. El calor era tan brutal que se torturaba con las puertas abiertas, y ahí pude escuchar cuando torturaban al lado mío a Perera. Lo pude escuchar", contestó Gras.
Tras cuatro días en las "salas de máquina" del sótano, Gras fue llevado a "Capucha", el principal lugar de detención. "Hubo un momento que tuve mucho miedo", arrancó, y comenzó a relatar sus primeras horas en el altillo del tercer piso del Casino. "Hacía mucho calor. En "Capucha", el guardia repartía agua en botellitas de gaseosa. Las dejaban delante de cada cucha. Me tomé la mía pero me dio más sed. La segunda botella la dejó entre las dos cuchas. Veo una mano que sale desde la izquierda, que avanza como dubitativa y veo otra, un manotazo que la agarra. Escucho un bramido, como de animal. La mano y la persona que había bramido era yo. Después de cuatro días de interrogatorio podría llegar a eso por una botella de agua. Es el momento en que tiemblo de terror".
Jorge ‘Tigre’ Acosta fue el jefe operativo del Grupo de Tareas de la ESMA. Era el encargado también de mostrar el centro clandestino a oficiales rotativos que legaban al Casino de Oficiales: "Ustedes habrán visto todo esto y se preguntarán por qué libramos esta guerra. Luchamos por la filosofía de mamá", reprodujo ayer Gras. 

dos historias
Martín Gras recordó también el paso de una escribana y de un portero por la ESMA, aunque no pudo reconocer a ninguno de los dos. "La escribana había sido esposa de un oficial de marina compañero de promoción de (Jorge) Vildoza. La relación había terminado muy mal. En Capucha apareció el marido con Vildoza, le sacó la capucha y le dijo: "Así te quería garrar bruja de mierda" y le dio una paliza. Hablaba conmigo en jerga de expediente. "¿Cree que mi causa pueda evolucionar favorablemente? No sé si la liberaron o trasladaron", rememoró.
El portero había sido secuestrado cuando buscaban a un oficial de Montoneros que vivía en su edificio. "En el interín apareció una pista real, así que lo dejaron. No lo interrogaron nunca y estuvo dos meses con nosotros en Capucha. De repente un guardia vio que el portero no era caso de nadie, así que Acosta ordenó su traslado. 
Fuente:TiempoArgentino
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